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De la serie gobernantes de ayer y de hoy: | |||
Infantes de Carrión | |||
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Nacimiento | Año 1235 d.C. después de la venida de Mahoma | ||
Muerte | Cuando les visitó el Cid Campeador | ||
Cargo | Presidents de Carrión | ||
Ideología | Totalitarismo del Siglo XX / Extrema derecha rancia | ||
Nacionalidad | Carrionesco | ||
Cónyuge | Las hijas del Cid | ||
Dinastía | {{{dinastía}}} | ||
Notas | Sus hobbies eran matar musulmanes, cristianos, aragoneses, portugueses y violinar mujeres sin venir a cuento |
Los Infantes de Carrión fueron personas humanas, conocidos por su relación con el superhéroe del futuro ya pasado el Cid Campeador.
Estos dos hermanos (en realidad eran tres) tuvieron una infancia traumática, en la que las violaciones y las palizas en el entorno familiar y de amistades eran constantes. En lugar de refugiarse en la droga o en la Religión (para esnifar las hojas de la Biblia, por supuesto) como hacía todo el mundo, se entregaron al onanismo exacerbado sin control, por lo que enseguida perdieron sus nabos.
En esta nueva condición, fueron contratados por Ángel Cristo en su Caravana de Bichos Raros y Demás Asquerosidades, un espectáculo hasta entonces desconocido, pero cuya fama ascendió como la espuma tras la incorporación de los Infantes. En este círculo, siguieron sufriendo todo tipo de abusos sexuales por parte de Yoda, Eduardo Manostijeras y Falete, antiguos estandartes de la Caravana, relegados a un segundo plano por los hermanos. Tras estos patéticos años en los que sus rectos anales acabaron con un tamaño similar al túnel de Canfranc, vieron la oportunidad de escapar escondidos en la boca de un león vivo.
Una vez huidos, contrataron al doctor Frankenstein para que les reconstruyera, y hartos de su fama de maricones follacaballos, cambiaron sus nombres, inventándose toda su heráldica para convertirse en nobles y dejar de pagar a Hacienda (técnica aprendida de Jesús Gil, uno más de los monstruos de la Caravana). Debido a sus contactos con éste, pronto encontraron ocupación como futbolistas en el At. de Madrid, donde una vez más, no se caracterzaron por su juego sino por el sufrimiento sexual padecido (los palos de portería ensangrentados y Oliver Atom permanecen como prueba palpable de aquellos años).
De nuevo proscritos, los Infantes decidieron lavar su imagen buscando un par de líos fáciles, que encontraron rápidamente en el puticlub de la esquina donde trabajaban las hijas del Cid (y que se ocultaba bajo la apariencia de un monasterio, con el abad ejerciendo de madame). En cuanto el Cid se enteró de los romances de su descendencia, partió sable láser en mano a partirles la cara e introducir la Tizona por diversos orificios de sus cuerpos; sin embargo, no le quedó más remedio que apiadarse ante los ruegos y los lloriqueos de los jóvenes (además de sus curiosas habilidades con la lengua), y tuvo que casarlos con ellas debido a la insistencia del abad-maddame, que encontró en esta situación la excusa perfecta para quitarse de encima a las dos prostitutas, pues sospechaba que le robaban dinero de la caja. No obstante, una vez que el Cid descubre que sus yernos no se chutan ni esnifan nada, los expulsa de la familia tras una loca noche anterior, en la cual organizaron una importante fiesta sexual. Los ladridos, balidos y demás onomatopeyas que surgieron de la habitación son todavía objeto de recuerdo por parte de los más ancianos del lugar que en ese momento habitaban el castillo, entre ellos el afamado Carlos Jesús.
En los años venideros, consiguieron sellar las paces con Yoda, que les instruyó en el arte de la espada láser, aunque pronto los expulsó por no emplear el sable para los fines establecidos. Resaltar que uno de ellos murió durante estas prácticas, ya que introdujo el sable tan adentro de su cuerpo que se perforó el corazón y un pulmón.
Cansado de no recibir dinero por introducirse elementos por el ano, el hermano restante fue al programa Salsa Leprosa a contar su vida, aunque no pudo soltar palabra ya que, en cuanto apareció, Acosta le metió un tiro en la sién, lo cual le hizo ganar varios premios Nobeles y medallas al mérito nacional.
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